Como nos afectan los distintos climas y cambios climáticos


CLIMAS

Las variaciones climáticas naturales vinculadas a las cambios estacionales o los cambios extremos dentro de una misma estación, a menudo se convierten en motivo de enfermedades o de malestar.
A menudo somos especialmente sensibles a un clima en concreto, está sensibilidad es un indicativo de desequilibrios particulares en nuestro organismo y la necesaria precaución de protegerse ante dicho clima. Conocer las reacciones de nuestro organismo y nuestra sensibilidad ante los distintos climas, es algo importante pues estos también pueden actuar como agravantes de patologías ya existentes o bien podremos utilizarlos como forma de tratamiento.

El Viento

El viento es sin duda el factor climático más peligroso, pues éste actúa como vehículo de penetración de otros factores patógenos, sin el cual no hubieran podido entrar y atacar nuestro cuerpo.

El viento penetra en nuestro organismo a través de la piel y/o de las vías respiratorias, atacando generalmente la parte superior (dolores de cabeza, rigidez en la nuca, dolor de oído) y la superficie del cuerpo; es decir piel y músculos (parálisis facial, contracturas musculares).
Con mucha frecuencia  frío o calor se suman a este viento y causan a menudo patologías en nuestro organismo.
Cuando el viento se asocia con el frío puede producirnos (síndrome gripal)en un estado inicial tos, picor de garganta, rinorrea, congestión nasal, estornudos, dolor occipital, fiebre leve, dolor generalizado y una especial aversión al frío que habrá invadido nuestro cuerpo. La evolución de esta sintomatología  y la facilidad con que este invada nuestro organismo dependerá de la fortaleza relativa de nuestra energía defensiva  en relación al agente invasor en ese momento. Recordar que este viento frío también puede tener  un  orígen artificial, como aire acondicionado, cámaras refrigerantes o corrientes de aire.
“En estos casos si sentimos que el frío ya ha penetrado en el cuerpo, debemos dispersar ese frío mediante la transpiración, no calentarlo. Si comenzamos a sentir los estadios iniciales de un proceso gripal, y somos conscientes de nuetra previa exposición al frío debemos hacer todo lo posible por provocar la sudoración, cubriéndonos con ropa de abrigo esa noche si es necesario de un modo exagerado.” Esto permitirá la reapertura de los poros de la piel permitiendo la expulsión de ese frío mediante el calor generado.
Recuerdo que la transpiración tan sólo será útil tras unas pocas horas después de la exposición al viento frió dado que este aún se encuentra en un nivel superficial de nuestro organismo.

Si el viento se combina con el calor presenta una sintomatología parecida a los casos de viento-frío pero con síntomas de sed, garganta seca y dolorosa, mucosidades amarillas y fiebre, derivados del calor que seca los líquidos internos.
Del mismo modo aparatos calefactores o otras fuentes artificiales pueden producir patologías de viento -calor.
Debemos ser especialmente cuidadosos en días de viento, intentar no realizar actividades deportivas al aire libre, en estos casos a no ser que dispongamos de un equipamiento perfectamente aislante. Muy especialmente deberemos de proteger nuestra la zona de nuestra nuca.


El frío

El frío bloquea  la circulación de la energía de la sangre, produciendo dolores agudos. Y contrae produciéndonos parestesias, parálisis y contracturas. Cuando entra en nuestro cuerpo puede llevarnos a síndromes gripales.

En todos estos casos nuestra aprensión) al frío mejorará al aproximarnos a una fuente de calor o al cubrirnos con más prendas.
Los pies, las lumbares y el vientre siempre deben de estar calientes. Estas son las zonas de más fácil afectación por el frío.
Cuando este frío entra en profundidad en nuestro cuerpo puede producir trastornos digestivos (disminución del apetito, sensación de frío en el vientre, dolores epigástricos y abdominales, vómitos, diarreas...).


La humedad

Se trata probablemente del aspecto climático que más reciprocidad tiene con el estado interno del individuo, és decir que la humedad externa puede facilmente dar lugar a sintomatología de humedad interna.
La humedad obstaculiza y ralentiza la circulación de la energía en el cuerpo. La humedad tiene tendencia a estancarse y las enfermedades producidas suelen cronificarse y presentan habitualmente resistencia a los tratamientos, por lo que debemos ser especialmente cuidadosos.
La humedad externa proviene del clima (niebla, lluvia) o bien del entorno (bosques, ríos, pantanos..). La humedad produce dolores musculares, reumáticos y limitación de los movimientos articulares.
Un indicativo de humedad interna será la especial sensibilidad en los días de lluvia.
Las personas que en los momentos antes de llover sienten una especial sensación de pesadez mental y física, o que cursan dolores de cabeza con sensación de embotamiento, están mostrando indicativos de que su cuerpo presenta ya síntomas de exceso de humedad interna, que al sumarse a la externa aparecen estos síntomas. Los síntomas de humedad interna afectan a los líquidos orgánicos generando, edemas, diarreas, piel grasa, lecucorreas y mayoritariamente tiene su origen en la debilidad digestiva fruto de una alimentación incorrecta o de malos hábitos alimentarios.
Las personas especialmente sensibles a la humedad o con sintomatología de humedad interna deben seguir una serie de precauciones.
Secarse concienzudamente después de la ducha.
No vestir ropa húmeda, secando preferiblemente la ropa al sol, o en ciclos de secado más largos.
Una serie de alimentos como el arroz ayudan especialmente a eliminar el exceso de humedad.